Este verano me he encontrado en una pequeña iglesia de Brugge (Belgica) un pequeño regalo que me ha ayudado a comprender lo que deben ser unas vacaciones.
Un puente entre dos años de trabajo,
entre dos años escolares,
o sencillamente un puente entre dos dias,
un puente lejano o un puente cercano… no importa.
Desde un puente
el panorama muchas veces es distinto.
Bueno, nos damos muy bien cuenta
que algunas preocupaciones nunca van de vacaciones
y no obstante…
Quizas gracias a tal puente
veas de nuevo lo que no viste,
oigas lo que ya no oiste,
sientas lo que ya no sentiste
vuelvas a soñar, a sonreir,
a dar las gracias y a disfrutar…
Visitante querido
disfruta del puente,
que te de energia nueva y fresca
y, quien sabe, un nuevo estímulo para seguir adelante.